La dueña de esta casa visitó hace 54 años las Isla Orcas por primera vez, y decidió que algún día viviría allí. 40 años pasaron para que ella volviera al lugar y decidiera comprar un terreno en una ladera poblada de madroños, abetos, hayas, cardos, musgos y rocas, con magníficas vistas hacia el oeste.
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A lo largo de su vida, la naturaleza y el paisaje jugaron un papel importante en su obra de arte. Fue esta atracción la que la convenció de que éste era el sitio perfecto para ella.
Pidió entonces un espacio abierto, de diseño simple y de baja mantención, potenciando los puntos de vista hacia la isla y los bosques. El programa consiste en una combinación de cocina-comedor-sala de estar, estudio, dormitorio principal, estudio de arte y área de almacenamiento.
La materialidad se basa en la elección de la dueña: madera reciclada, acero oxidado, musgo y rocas. Las grandes puertas se deslizan para abrir la casa en su totalidad a las vistas panorámicas, extendiendo la sala de estar hacia el bosque.
El jardín de acceso divide la casa en dos zonas, dejando el taller y el área de almacenamiento como los primeros recintos, para facilitar su conversión a habitaciones adicionales a futuro.
Vía Contemporist